Muchas personas interesadas en mantenerse saludables han cambiado el uso de endulzantes como el jarabe de maíz de alta fructosa por el jarabe de agave pensando que este último es un endulzante natural más seguro por ser quizá orgánico, porque lo relacionen con la planta de agave o quizá porque tiene un índice glucémico bajo.
Hoy en día está bien documentado que el jarabe o miel de agave es muy tóxico a nivel metabólico, de hecho, más que el Jarabe de maíz alto en fructosa y los sobrecitos de endulzantes artificiales (sucralosa, aspartame)
La mayoría del “néctar” “jarabe” o “miel” de agave no es más que un jarabe muy alto en fructosa, súper condensado, hecho en un laboratorio, falto de prácticamente de todo valor nutritivo, altamente procesado y refinado que no se parece nada a la planta del agave.
El alto consumo de fructosa ha sido el principal contribuyente de la mayoría de las enfermedades crónicas, comenzando con la resistencia a la insulina, diabetes, enfermedades cardiacas, cáncer entre otras. Además del riesgo de daño al hígado también con los triglicéridos.
Otra parte importante del problema es la cantidad, antes el azúcar o endulzantes solían ser un condimento; ahora es un elemento básico en los ingredientes de cualquier producto procesado y se vuelve peligroso con las dosis masivas que se le agregan a la mayoría de los alimentos procesados. Prácticamente se convierte en un veneno metabólico cuando se consume en cantidades superiores a 25 gramos al día, hoy, las personas promedio consumen 70 gramos por día, para que nos demos una idea, hace un centenar de años, mucho antes de la elaboración de alimentos de hoy en día, la persona promedio consumía 15 gramos al día.
Aproximadamente el 74% de los productos procesados derivados del maíz, trigo y soya son endulzados con los endulzantes antes mencionados, jarabe de maíz alto en fructosa, azúcar refinado, jarabe de agave o endulzantes artificiales, dichos endulzantes se esconden en los ingredientes bajo más de 60 nombres diferentes (maltosa, glucosa, dextrosa, fructosa, maltodextrina, jarabe, almidón, por mencionar algunos.)
Las siguientes opciones, son las mejores decisiones que puedes tomar para proteger tu salud a largo plazo y reducir el riesgo de enfermedades crónicas
Para adultos, se recomiendan endulzantes como stevia natural, ya sea en hoja, polvo verde o bien en gotas, pero hay que evitar los endulzantes a base de stevia en el cual el producto es un polvo de color blanca porque han pasado por un mayor procesamiento.
Para niños y con moderación puede usarse como substituto de azúcar el eritritiol, xilitol o bien la miel natural de maple (100%), ojo, no el jarabe de maple comercial.
La fruta de bajo contenido de fructosa natural como la fresa y frutos rojos naturales o cítricos como la toronja, papaya, piña o kiwi son muy buena opción.
Por último y no menos importante, el ejercicio es una herramienta muy poderosa para ayudar a controlar la fructosa. Si decide consumir fructosa es mejor hacerlo inmediatamente antes, durante o después del ejercicio intenso ya que su cuerpo tenderá a utilizarla directamente como combustible y no convertirlo en grasa. Además, el ejercicio aumenta la sensibilidad del receptor de insulina y ayudará a modular los efectos negativos de la fructosa. Por último, el ejercicio también ayuda a mitigar el apetito y controlar el deseo por lo dulce.