¿Hasta cuántos años podemos vivir?

 

Noticia de Suecia

El transhumanismo es un concepto filosófico cada vez más en boga. Sus defensores creen que las nuevas ciencias y tecnologías se aplicarán en la mejora de las capacidades físicas y mentales de los humanos, ayudándonos a vencer los aspectos más indeseables de nuestra frágil condición, como son: la enfermedad, el sufrimiento, el envejecimiento y, finalmente, la muerte.

El año pasado en mayo de 2012, una anciana profesora de una escuela de Georgia (EE.UU.) llamada Beese Cooper murió como la persona más longeva del mundo a la edad de 116 años que había cumplido el 26 de agosto de 2011. Toda una rareza, si tenemos en cuenta que ocho de los últimos nueve “abuelos del mundo” fallecieron a la edad de 114. Solo uno alcanzó los 115.

Sorprende verdaderamente lo consistente que resulta este límite y el número de personas que alcanzan esta edad en los países desarrollados. Hasta el momento, los registros de un grupo de investigación en gerontología estadounidense especializado en “súper centenarios”, dice que el número de personas que superan los 115 y cuya edad es verificable mediante documentos, ha permanecido estable en solo siete personas en ese país.

Como curiosidad, la persona más longeva de la que se tiene constancia fue una mujer francesa llamada Jeanne Calment, que murió en 1997 a la edad de 122 años.

A este fenómeno se le conoce como “rectangularización de la curva de mortalidad”. Para ilustrarlo veamos lo que sucede en Japón. En 1990, en Japón había unas 3.000 personas que superaban el centenario, siendo entonces la más anciana una mujer de 114 años de edad. Veinte años después, la cifra de personas que superaron los 100 años en Japón ascendió espectacularmente a 44.000, pero el más anciano en ese momento tenía exactamente 114 años.

¿De verdad venimos programados para “la desconexión” cuando se alcanza esa barrera? Para algunos expertos, el límite en 114 es simplemente un artefacto estadístico. Steve Austad, de la Universidad de Texas, cree que a medida que los ancianos que se beneficiaron de los avances en nutrición y medicina del siglo XX vayan superando el centenario, dicho límite saltará por los aires. De hecho, está tan convencido que bromeó con su colega gerontólogo S. Jay Olshansky, apostando 500 millones de dólares a que alguien nacido en el año 2000 cumplirá los 150 años. Creemos que ninguno de los dos llegará a ver quién ganó la apuesta.

Olshansky es más escéptico y opina que ni siquiera descubriendo la cura del cáncer o de las enfermedades cardiacas servirán de mucho para extender la esperanza máxima de vida en los humanos. En su opinión, simplemente existen demasiados riesgos acechando a un anciano de 115 años. Cree que el “culpable” de que estas extraordinarias personas alcanzaran una edad tan avanzada son sus “rarísimos” genes y no simplemente un buen estado de salud. De hecho, la anteriormente citada francesa Calment, por ejemplo, fumó hasta los 96 años.

En su opinión, para superar dicho punto, hará falta un gran logro tecnológico, tal vez en el campo de la genética, capaz de ralentizar el proceso de envejecimiento.

¿Hay esperanzas de que dicho descubrimiento se alcance pronto? Los científicos no se atreven a contestar, pero tal vez entre nosotros viva ya el verdadero hombre bicentenario.
Personalmente pienso que las personas que viven más, en su mayoría han llevado un ritmo de vida saludable. Esto en los ámbitos físicos, emocionales y espirituales, y esto los ha llevado a tener un balance en sus vidas, que les permite vivir por más años.

Fuente: estocolmo.se

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