España: Alimentos infantiles con exceso de azúcar y sal

Los alimentos comerciales pensados para la etapa en la que los bebés empiezan a comer sólido no sólo no satisfacen las necesidades nutricionales de los pequeños sino que llevan un exceso de azúcar y sal poco recomendable. Así lo confirma un artículo en la revista “Archives of Disease in Childhood” después de analizar el etiquetado de más de 400 productos disponibles en Reino Unido.

Subrayan los autores de este estudio que lo peor es que “la venta de muchos productos (44%) se promueve para los niños a partir de los cuatro meses de edad, momento en el que aún deberían estar alimentados sólo con leche materna”, según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Durante su primer medio año de vida, recalca José Manuel Moreno, pediatra del Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría, “los niños alimentados con la leche materna tienen todas sus necesidades cubiertas, por lo que cada vez más los pediatras en España aconsejamos retrasar los nuevos alimentos hasta los seis meses de edad. En los niños alimentados con leche de fórmula quizás convenga adelantarlo un poco, pero no mucho”, señala.

Con el objeto de analizar qué tipo de alimentos hay disponibles en las estanterías de los supermercados de Reino Unido para cubrir este periodo de transición entre la leche y los nuevos alimentos, un grupo de investigadores de la Universidad de Glasgow (Reino Unido) ha analizado el contenido nutricional de un total de 479 productos de cuatro grandes fabricantes del país (Cow – Gate, Heinz, Boots y Hipp Organic) y dos especializados (Ella’s Kitchen y Organix) en alimentación infantil.

Cereales para el desayuno, preparados de frutas en polvo para mezclar con agua para empezar a ofrecérselos al bebé con cuchara, galletas, salchichas en trocitos, barritas… existe una amplia gama de variedades pensadas para los más pequeños. De los productos comerciales, los más solicitados son los preparados para la comida y la cena.

Análisis

Los investigadores registraron la información nutricional de cada uno de los alimentos: calorías, sal, azúcar, proteínas, hierro, calcio, carbohidratos, etc. “Obtuvimos estos datos de las páginas web de los fabricantes o, como ocurre en el caso de ‘Boots’, de los productos adquiridos directamente en la tienda”, señalan en el artículo.

Después de procesar y comparar los resultados, “vimos que, efectivamente, durante los seis primeros meses de vida, estas variedades comerciales no aportaban nada que no ofreciera ya la leche”. Y, una vez superado ese tiempo, al cotejarlos con la comida casera, los autores del estudio comprobaron no sólo no cubren las necesidades nutricionales de los pequeños sino que, aunque están dentro de los márgenes permitidos por la directiva europea, tienen más azúcares y sal de lo deseable.

Según otro experto consultado por ELMUNDO.es, Luis Moreno, catedrático de Nutrición en la Universidad de Zaragoza, “…hay que tratar estos resultados con prudencia. Lo que analizan no es lo que los niños consumen sino lo que estos productos aportan”.

Casi dos tercios de estos productos (65%) son dulces y, en consecuencia, tienen un alto contenido de azúcar. Ya de por sí, “los niños tienen una preferencia innata por los sabores dulces, lo que podría explicar por qué estas opciones tienen tanto éxito”, aseguran los investigadores.

Como ocurre con los preparados de fruta, “seguramente tengan más azúcar o cereales con el objetivo de hacerlos más apetecibles. Por eso, el mejor consejo es elegir mejores productos, aprovechando los de temporada y cocinarlos en casa, sin aditivos ni conservadores”, recomienda Moreno.

Puntualmente, agrega, “no pasa nada el hacer uso de ellos eventualmente, más no de forma rutinaria ya que el exceso de azúcar son calorías extra que contribuyen a la obesidad del niño en el futuro”.

En cuanto a la sal, advierte el especialista español al comentar este estudio, “todos en general, debemos reducir su consumo y la mejor manera es hacerlo desde que somos pequeños. Es una cuestión cultural”. Este hábito, puntualiza, “mejorará la salud cardiovascular del individuo a lo largo de su vida”. No es que el azúcar o la sal supongan un riesgo al niño, sino que crean un hábito que con el tiempo puede acarrear problemas importantes de salud.

Como concluye el catedrático, “este estudio es una llamada de atención para que, por un lado, la alimentación de los niños no se base en este tipo de productos y, por otro, para que las empresas los mejoren”.

Fuente: elmundo.es

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