México ocupa el primer lugar en obesidad infantil, lo que predice que el futuro del país está en riesgo.
¿Por qué? Porque no solo la obesidad es la enfermedad del siglo, sino porque conlleva diversos padecimientos que nuestros niños, futuros adultos padecerán, de no erradicarla por completo.
Padecimientos terribles como desnutrición, bajo coeficiente intelectual, hiperactividad, artritis, diabetes, fatiga crónica, déficit de atención, fibromialgia, colesterol, triglicéridos y presión arterial elevados son, entre otros padecimientos, los que nuestros niños enfrentarán en un futuro no muy lejano si nosotras como madres no tomamos el control y contribuimos a su salud.
Tengo la firme creencia de que la obesidad infantil no es directamente culpa del niño, sino de quien lo alimenta hasta llenarse de pastelillos, chocolates, dulces, papas, nieves, creyendo que ellos tendrán dominio propio y sabrán cuando detenerse, o sabrán decir “ya tengo muchos kilos de más, necesito una dieta”.
La inocencia de un niño nunca lo llevará a pensar que hay algo mal en su cuerpo porque no tiene un punto de comparación, siempre se ha sentido igual y no sabe notar la diferencia entre correr en el parque sin sobrepeso o quedarse sentado en una banca porque no tiene fuerzas para hacerlo. Somos los padres los responsables de hacer sentir bien a nuestros hijos y de ayudarlos a crecer con la suficiente salud para obtener, cuando sean adultos, puestos directivos en una empresa, o desarrollarse exitosamente en un deporte, o ayudarlos a ser ejemplo para la sociedad.
Así como los bebés dependen del alimento de su madre, los niños dependen de nuestros conocimientos para ayudarlos a desarrollarse y crecer sin padecimientos ni sufrimiento alguno, como niños saludables, grandes y fuertes que están destinados a ser.
No esperes a que tu hijo llegue a la adolescencia y se dé cuenta que algo está mal en su cuerpo. Para entonces su autoestima puede estar muy debilitada para seguir una dieta.
Existen dos consejos que dejarán huella en tus hijos:
“Soy un modelo positivo a seguir”.
Como padres tenemos el poder de influir profundamente en nuestros hijos, haciendo las cosas bien, incluso cuando no hay nadie más observándonos. Los niños aprenden a resolver sus problemas en parte al observar como lo hacen sus padres. Desarrollan respeto por sus padres cuando los consideran un modelo a seguir y producen en ellos un estado mental muy poderoso. Procura ser siempre positivo, da tiempo de calidad a tus hijos, muéstrales el amor tan grande que les tienes y ayúdalos a sentirse bien.
“Ayúdalo a creer en sí mismo”.
Hoy en día los niños están siendo educados en un mundo con demandas irreales de perfección. Desarrollan autoconfianza, entereza e iniciativa a través de la enseñanza para enfrentar retos, aprender de sus errores y resolver problemas. ¿Cómo ayudar a mis hijos? Siendo yo un ejemplo que ellos puedan seguir, poniéndoles el ejemplo de una alimentación adecuada, de esta manera ellos sabrán la diferencia entre sentirse bien, correr con libertad, concentrarse en la escuela, jugar con sus amigos. Cuando un niño se pone a dieta, todos en casa deberán hacerlo en solidaridad con él, de otra manera lastimará mucho a tu hijo ‘el ser diferente’, y no terminará con éxito su objetivo. Felicítalo por sus esfuerzos, reconoce las pequeñas cosas que logra, ayúdalo a enfrentar retos en vez de posteriormente rescatarlo de problemas. Son las pequeñas cosas del día a día las que pueden lograr un cambio radical en nuestros hijos. No esperemos que ellos sean quienes nos eduquen y nos enseñen a comer, ayuda a tu hijo a sentirse bien y crecer con una autoestima y salud adecuadas. Te invito a que visites la página www.nutricionavanzada.com.mx y revises la sección de Nutrición Infantil para más información.