Muchos niños muestran comportamientos agresivos tales como golpear en respuesta a desencadenantes específicos o para probar distintos comportamientos para ver cómo reaccionan otros.
El desafío para la mayoría de los padres es que lo que puede resultar en reacción natural a este comportamiento (es decir, una gran reacción entre gritos y castigos por el comportamiento ofensivo) a menudo es lo contrario de lo que funciona mejor.
El problema con reaccionar dura y negativamente a actos de agresión es que puede detener el comportamiento momentáneamente, pero no es una manera eficaz de cambiar el comportamiento a largo plazo.
Para efectivamente cambiar una forma o cambiar un comportamiento, es fundamental enseñar al niño qué hacer ‘en vez de’ y recompensar el comportamiento positivo (sobre todo el comportamiento que es el contrario positivo del comportamiento inadecuado).
Cuando tu hijo pega, en lugar de pensar que se está portando mal, entiende este comportamiento como un déficit de habilidad y enséñale en su lugar algo más apropiado para hacer.
Cinco pasos para ayudar a cambiar el comportamiento agresivo por un comportamiento pro-social:
1) Detén el comportamiento: Saca al niño del entorno y bloquea sus manos para hacer contacto visual contigo y di: ‘Basta’ con firmeza, pero no con ira.
2) Mantente calmada y en control: Cuando reaccionamos con ira contra nuestros hijos, esencialmente estamos modelando el comportamiento negativo que queremos eliminar. De parte de los papás, gritar y golpear con ira es un modelo para los hijos, que es presentado como forma aceptable de comportarse en respuesta a situaciones que nos hacen enojar. También, pueden estar golpeando para llamar nuestra atención y entonces estamos recompensando el comportamiento enseñándoles que golpear es una forma eficaz para conseguirlo.
3) Reconoce cómo tu niño puede estar sintiéndose y explícale por qué detuviste su comportamiento: Algunos niños golpean juguetonamente, mientras otros niños golpean enojados o frustrados. Etiqueta estas emociones para tu hijo y explícale que está bien sentirse enfadado o sentirse menos, pero que no está bien golpear. (Por ejemplo, ‘Te sientes enojado. Está bien sentirse enojado, pero no está bien golpear. Golpear duele.’) También puedes explicarle cómo su comportamiento afecta a otros para enseñarle empatía (Por ejemplo, “No me gusta eso”. Me siento enojado (o triste) porque eso me dolió. ‘Golpear duele’.) Explicarle que las manos no son para golpear o herir a otros.
4) Explícale y muéstrele a tu niño qué hacer: Utiliza esos incidentes de golpes para enseñar un comportamiento adecuado. Tu hijo puede necesitar aprender a tocar suavemente a la gente o utilizar palabras tales como ‘Dame por favor’ para solicitar artículos de otra persona, ‘Ayúdame’ para evitar la frustración, o ‘Basta’ para indicar que otro niño o un adulto lo están molestando. Por ejemplo, muéstrale a tu niño cómo hacer una caricia o cómo chocar las manos en alto (que pueden satisfacer la necesidad de tu hijo, pero de una manera apropiada).
5) Inmediatamente elogia el comportamiento adecuado: Premia a tu hijo por mostrar o imitar el comportamiento adecuado después de que interviniste. Cuando tu niño pueda decir las palabras que se le sugieren o te toque suavemente después de que le has mostrado lo que es un toque agradable y suave, proporcionarle un montón de elogios entusiastas y descriptivos como ‘¡Tocaste a mamá muy bien!’ ‘¡Excelente trabajo, así se habla!’
Estos 5 consejos te ayudarán a dar forma y cambiar el comportamiento de tu hijo. Sin embargo, a veces continúa el comportamiento agresivo con consecuencias adicionales y será necesaria enseñanza más explícita.
Intervenciones más intensivas requieren un enfoque consistente, utilizado por todos los miembros de la familia que implica enseñar al niño ‘qué hacer y qué no hacer’, e implementar consecuencias positivas para el comportamiento apropiado o consecuencias negativas por conducta inapropiada.
Por ejemplo, puedes necesitar (1) darle a tu niño una recompensa tangible cuando muestra el comportamiento adecuado (por ejemplo, darle una recompensa especial cuando usa palabras para pedir un juguete en lugar de golpear a un hermano); (2) quitarle el elemento o actividad que está jugando en el momento en que se produce el mal comportamiento; o (3) da a tu niño un breve tiempo lejos del entorno hasta que se calme.
También es benéfico hacerle una advertencia que describa la consecuencia de repetir un mal comportamiento, para darle la oportunidad de controlar su comportamiento por sí mismo. Sin embargo ten cuidado, debes seguir muy de cerca lo que hace si deseas tener éxito en un buen cambio. Ten en cuenta que cuando utilizas las advertencias o las consecuencias negativas, el comportamiento a menudo empeora antes de mejorar.
Finalmente, si tu niño continúa exhibiendo comportamiento agresivo frecuentemente y te preocupa su bienestar emocional o sus habilidades sociales, háblalo con su pediatra.
Fuente: babble.com