La Agencia de Control de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) anunció la semana pasada que tenía la intención de erradicar las grasas trans artificiales de los alimentos procesados “porque se ha llegado a la conclusión de que no son seguras para su consumo”. Si esto finalmente sucede, una vez pasen los 60 días que el organismo federal debe dejar transcurrir para los posibles recursos, se eliminarán definitivamente y “los consumidores no apreciarán un gran cambio en el sabor, pero sí comerán alimentos más sanos”, añadió.
Las grasas trans son un producto derivado de los aceites parcialmente hidrogenados que se hicieron populares por el sabor y la textura que aportan a los alimentos y que, a partir de la década de los cincuenta, se comenzaron a usar para aumentar la vida útil de los alimentos procesados, sobre todo de aquellos que necesitan ser horneados o fritos.
A pesar de su popularidad entre los consumidores, estas grasas siempre han sido muy criticadas por el riesgo real de causar enfermedades coronarias. Muchos estudios, de entonces y de ahora, concluyen que ingerir estas sustancias puede obstruir las arterias.
La lucha por eliminarlas en EE UU comenzó en 1999 pero no fue hasta una década después cuando se conseguiría hacer algo al respecto. Exactamente en 2006, la FDA requería la inclusión de estas grasas en el etiquetado de los productos procesados y la primera ciudad de EE UU, Nueva York, aplicaba una ley que las prohibía y que entró en vigor dos años después en todos sus restaurantes.
Desde entonces, muchas compañías alimenticias y restaurantes no usan estas sustancias químicas, aunque aún muchos locales pequeños a lo largo y ancho de la geografía estadounidense siguen utilizándolas. Según los expertos, un 75% de las grasas trans ya han sido erradicadas de los productos procesados en EE UU, según informa la revista Time.
¿Cómo afectará entonces a los productos procesados que siguen incluyéndolas entre sus ingredientes? En la actualidad existen siete grandes grupos de alimentos que siguen conteniendo estas sustancias: las donas, las galletas saladas, las palomitas de microondas, la pizza congelada, las cremas para el café, las masas congeladas y los glaseados.
Entre las opciones que dan los expertos, existen varias posibilidades: las donas se volverán más aceitosas -las grasas trans ayudan a que sean más esponjosas y de textura más ligera; en el caso de las galletas saladas se sustituirán estas sustancias por aceite de soya o aceite de canola; en cuanto a las palomitas la mantequilla será la sustituta, y en las cremas de café, una de las soluciones podría ser añadir frutos secos, entre otras, según la página de web de la FDA.
En cambio, estas modificaciones sí harán que los alimentos procesados sean más sanos. Un estudio elaborado en 2010 por el Center of Science in the Public Interest de EE UU (CSPI, por sus siglas en inglés) concluyó que cuando se eliminen estas grasas de los productos se reducirá la cantidad de grasas saturadas. “Del 83% de las comidas que fueron reformuladas, más del 90% tenían una menor cantidad de grasa saturada”.
Exactamente, se redujo en 1.2 g en los alimentos procesados y en 3.9 g en los platos de los restaurantes que participaron en dicho estudio”. “Incluso cuando las grasas son remplazadas por aceites o mantequilla siguen siendo productos más sanos que los que cuentan con grasas trans”, añadieron los autores.
El Centro de Control y Prevención de Enfermedades añadió la semana pasada que la medida de eliminarlas evitaría anualmente 20,000 infartos de miocardio y 7,000 muertes por enfermedad coronaria. A pesar de todo esto, y si la prohibición sale adelante, el consumidor debe saber que seguirá ingiriendo pequeñas dosis de estas sustancias, ya que se encuentran de forma natural en algunas carnes, productos lácteos y cuando algunos aceites se someten a muy altas temperaturas.
Fuente: sociedad.elpais.com