Canadá: Platicar con los bebés es importante

Entre más pronto empieces a explicar el mundo a tu bebé, ¡mejor!

Eso no quiere decir que lo hagas con tarjetas o libros sino simplemente señalando objetos: “Aquí hay una naranja. Esto es un plato”.

Investigaciones recientes muestran que ambos, ‘qué tanto y qué tan bien’, hablan los padres con los bebés y los niños pequeños, ayuda a sintonizar el cerebro de manera que se les desarrollen las habilidades del lenguaje y del vocabulario fundamental —situación clave para combatir la infame ‘brecha de la palabra’ que pone a unos niños en desventaja, a una edad mucho más joven de lo que alguna vez se pensó.

La idea es conectar palabras y significado, así el cerebro se prepara para aprender a través de un contexto: “Pongamos la naranja en este plató con el plátano, la manzana y las uvas”.

“Estás construyendo la inteligencia a través del lenguaje”, explica la profesora de psicología de Stanford University, Anne Fernald. “Estás haciendo redes de significado que luego ayudarán al niño a aprender palabras nuevas”.

Y olvídate de hablar abobado, las frases más largas y más complejas son mejores.

“El consejo que les doy a las madres es que tengan conversaciones con sus bebés”, dijo Erika Hoff, profesora de psicología en Florida Atlantic University. “Los niños oyen muchas conversaciones que rebasan su mente en cuanto al significado, pero aún así, se benefician de ellas”.

La investigación, presentada hace pocos días en una reunión de la American Association for the Advancement of Science, llega en medio de un creciente impulso para la sección del preescolar universal, para ayudar a promover a los niños desfavorecidos.

Pero también plantea la pregunta de si los niños de familias de bajos ingresos y de padres menos escolarizados necesitan una intervención más temprana, como empezar preescolar a la edad de 3 años en lugar de 4, aumentar la calidad de las guarderías, incluso algún tipo de campaña destinada a los padres jóvenes que haga hincapié en hablar, cantar y leer a sus niños aunque estos aún no puedan responder. Eso puede ser difícil para los padres que trabajan en dobles turnos o trabajan en múltiples empleos por día, o que no pueden leer bien o que simplemente no saben por qué es importante.

Los científicos han sabido durante mucho tiempo que antes de que empiecen el kínder, los niños de familias de clase media o alta han oído millones de palabras más que los niños de escasos recursos que presentan vocabularios más pequeños y por lo tanto están menos preparados para tener éxito académico. “En las pruebas de desarrollo del lenguaje, los niños de 5 años de edad de familias de bajos ingresos presentan un retraso de dos años por detrás de sus compañeros de mejor condición socioeconómica, una brecha que es difícil de superar”, dice Fernald.

Escáneres cerebrales apoyan la afirmación, dijo la Dra. Kimberly Noble de Columbia University Medical Center. Ha encontrado que las experiencias tempranas forman conexiones de forma de que los cerebros de los niños de orígenes más altos desarrollan más ‘terreno neuronal’ en regiones del cerebro implicadas en el desarrollo del lenguaje.

¿Qué tan pronto aparece la brecha de la palabra? Fernald descubrió que alrededor de los 18 meses, edad en la que comparó cómo los niños procesan mentalmente el lenguaje que escuchan. Los niños de bajos ingresos, en su estudio, alcanzaron a los 2 años de edad, el nivel de competencia que los niños de familias de más alto nivel habían alcanzado seis meses antes.

Para entender por qué es tan importante el procesamiento del lenguaje hay que considerar esta frase: “El gatito está en la banca”. Si el niño conoce la palabra ‘gatito’, y su cerebro lo reconoce rápidamente, entonces, por el contexto puede deducir lo qué ‘banca’ significa. Pero si es lento para reconocer ‘gatito’, entonces ‘banca’ se le pasará volando antes de que tenga la oportunidad de aprenderla.

Posteriormente, Fernald acomodó grabadoras en las camisetas de los niños de bajos ingresos para determinar lo que habían oído todo el día —y se encontró diferencias notables en lo que se llama el discurso dirigido; cuando se habla a los niños directamente, en contraste con la televisión o las conversaciones que escuchan alrededor.

Encontró que un niño escuchó más de 12,000 palabras de discurso dirigido en un día, mientras que otro había oído apenas 670 palabras. Los niños que recibieron más discurso dirigido, procesaron el lenguaje más eficientemente y aprendieron más palabras, más rápido.

Pero no es solamente la cantidad del discurso lo que importa —es la calidad, advirtió Hoff. Ella estudió familias bilingües y encontró que sin importar el lenguaje que sea, a los niños les irá mejor cuando lo aprenden de un hablante nativo. Por ejemplo, si mamá y papá hablan en español pero no dominan el inglés, es mejor para el niño que tenga solidez en español en su casa y luego aprenderá el inglés más tarde en la escuela.

A continuación, los científicos están probando si los programas que enseñan a los padres mejores formas de hablar a los niños realmente sirven. Fernald dijo que los resultados preliminares de un primer programa —llamado ‘Habla Conmigo’, que inscribe a madres de bajos ingresos, en San José, California— son prometedores.

Fernald analizó las primeras 32 familias de las 120 que cursan el programa. Las madres que se sometieron a ocho semanas de entrenamiento están hablando más con sus niños, usando lenguaje de mayor calidad que el resto del grupo de control —y para su segundo cumpleaños, los niños tienen mayor vocabulario y procesan el lenguaje mucho más rápido.

Fuente: canada.com

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