Noticia de Chile
“Es mejor ser temido que amado”, “los fines justifican la mezquindad” y “divide para conquistar”, son algunas de las célebres frases que el escritor y político italiano Nicolás Maquiavelo plasmó hace 500 años, en el pequeño tratado “El Príncipe”.
El texto es conocido por ser uno de los más grandes libros de teoría política y poder que se haya escrito y que aún sigue vigente. Su uso no solo versa en la política, también ha sido utilizado en ambientes laborales y hasta sirve para empoderar a las mujeres en las relaciones amorosas. Y, lo que faltaba es ahora un hecho: “Maquiavelo para mamás: máximas de la gobernabilidad efectiva de los niños” (Simon & Schuster / Touchstone) de Suzanne Evans (www.simonandschuster.com)
La autora, una mujer norteamericana terminando sus estudios de posgrados y con un nuevo trabajo en casa, como muchas mamás actuales, cuenta en este libro su experiencia al usar las reglas de Maquiavelo para controlar a sus cuatro niños menores de 8 años. Su vida no era fácil, las constantes peleas, gritos y desobediencias eran el pan de cada día. “Al igual que millones de otras mamás, traté de cambiarlos a través de gritos y regaños. Esto, por supuesto, sólo hizo que su comportamiento empeorara. Después de un día de trabajo, me senté en mi escritorio y me quedé mirando un estante polvoriento de libros. Y ahí lo vi, un viejo ejemplar de “El Príncipe”, comentó a la prensa y en el blog http://machiavelliformoms.blogspot.com/
Dice que apenas abrió el libro y comenzó a leer su emoción se desbordó porque veía una salida a sus problemas aún conociendo que Maquiavelo es sinónimo de hipocresía, engaño y astucia para el uso despiadado del poder.
Fue así que decidió ser una mamá maquiavélica siguiendo las máximas fundamentales del asesor político.
Las lecciones
Suzanne Evans afirma que sus objetivos al tomar a Maquiavelo como título de cabecera, fueron tan básicos como que los niños obedecieran sus órdenes sin tener que repetírselas una y otra vez; que hubiera armonía en el trato entre hermanos y que ellos pudieran dormir toda la noche para recuperar la salud mental, el deseo sexual y la paz. Pero también deja entrever un ansioso deseo de encontrar la seguridad y confianza en la relación con sus niños y su marido. Para conocer qué hizo, he aquí algunas de sus máximas:
1.- Ser generoso sin serlo demasiado: Evans afirma que Maquiavelo recomienda desarrollar una reputación de generosidad sin que realmente lo sea, pues dice que un príncipe demasiado generoso quiebra rápidamente el estado y aumenta la codicia de sus súbditos por la generosidad.
Bajo esta premisa, la mamá maquiavélica decidió restringir la adquisición de objetos materiales como dulces, peluches, dvd’s, muñecas, mochilas… cada vez que iban de compras. Los pedidos eran insistentes e iban siempre acompañados de rabietas cuando les decía que no.
La solución al aplicar esta regla, la encontró racionando las compras a los hijos. Para ello, los invitó a administrar un pequeño fondo de dinero de 10 dólares con el cual ellos mismos se comprarían lo que quisiesen. La medida fue un éxito, aprendieron el valor de las cosas y del dinero.
2.- Dividir las fuerzas del enemigo para que se vuelvan más débiles. Ese es el consejo de Maquiavelo. Lo que hizo esta súper mamá fue fomentar la competencia entre sus hijos. Afirma que al hacerlo el resultado fue más positivo de lo que ella misma pensaba. Lo que hizo fue invitar a su hijo mayor y a la menor a mejorar sus notas. El primero que trajera buenas notas tendría una cena de celebración en un restaurante a elección. Para la soberbia del mayor, la que ganó fue la menor. El otro hijo tras la derrota encendió su espíritu competitivo, y al final del año escolar, ambos presentaron excelentes notas.
3.- El Príncipe más compasivo es aquel que mantiene a sus súbditos unidos, no el que permite que aparezcan disturbios debido a su compasión. La regla fue aplicada expresamente a una de las hijas de Evans, Katie, que tiene síndrome de Down. Ella la describe como “la felicidad personificada” pero también afirma que puede ser muy terca y desafiante. Al colmar su paciencia tras salirse de la casa sola, le dio una palmadita rápida en el trasero y una mirada inquisitiva. Pero no fue suficiente: se volvió a escapar. Con Maquiavelo bajo el brazo decidió comenzar a aplicar otros castigos. El que mejor le resultó fue dejarla media hora sola en la habitación sin ningún entretenimiento. “Puede parecer radical al tratarse de una niña que necesita cuidados especiales”, pero dice que es mejor para ella a largo plazo. “Cuando entré en su habitación una media hora más tarde, estaba sentada en su cama hojeando un libro de imágenes. Cuando levantó la vista, sonrió tímidamente. “¿Estás lista para salir ahora y comportarte?” le pregunté. “¡Sí!” Ella se rió y aplaudió.
4.- No hay problema con mentir. La recomendación de Maquiavelo es no tener miedo a la mentira, ya que entiende que ocultar la verdad puede servir para salvaguardar la seguridad del Estado. En ese sentido, Evans aplicó la regla para poder relajarse y ser una madre feliz. Invento a sus niños que tenía que hacer un viaje de negocios con su papá. Los acomodó con amigos y familiares y les canceló todas las actividades de dos días. La astucia de esta mujer sirvió para tomarse un descanso de fin de semana con su marido. “No te sientas culpable por mentir a tus hijos si eso te hace feliz y relajada… porque tener una madre relajada y feliz siempre beneficia a un niño”.
Si bien las estrategias suenan divertidas, algunas un poco radicales, pero la meta siempre será la misma, corregirlos por su bien. Nosotros amamos a nuestros hijos con todo y sus defectos, pero tu amor debe ser tan grande que no estés dispuesta a dejarlos así, es decir, no porque amas demasiado a tus hijos quiere decir que no los disciplinarás, sino que por ese mismo amor que les tienes los ayudarás para que crezcan como personas rectas y honradas.
Fuente: prensaescrita.com