Argentina: Nueve ‘consejos’ para echar a perder a un niño

La Lic. Mónica Coronado, psicopedagoga especialista en el abordaje de la relación entre familia y escuela y autora del libro “Padres en Fuga. Escuelas Huérfanas”, repasa, con ironía, las diversas maneras en que los adultos convierten a un niño, que podría ser sano y feliz, en un chico terrible, incapaz de convivir en un entorno cotidiano.

1) El niño REY, tirano, dictador:

Cuando nazca deja de lado todo: pareja, salud, otros familiares, hobbies o actividades deportivas. Dedícate al niño en forma exclusiva y excluyente. Tu pareja puede esperar, lo mismo tu salud, tu vida personal… ¿Qué es eso? Eso que hacías y te hacía feliz, como hacer ejercicio, leer, tener un hobby, charlar con amigos, etc. Tu objetivo de vida debe ser estar pendiente del niño. Haz de tu maternidad/paternidad una cruzada.

2) “Lo que quieras con tal que dejes de llorar”:

Todos los niños, todos, hacen berrinches. Si quieres echarlo a perder no dejes que el berrinche llegue, apenas frunza el ceño trata de concederle todo lo que desea, aunque sea inadecuado. Apenas ensaye unos pucheros porque no le compras ese juguete, corre a conseguirlo, no vaya a ser que el niño sufra por no tener lo que el 0.02% de lo que los otros niños tienen.

3) No…Pero:

Si consideras que lo que el niño quiere es descabellado (como, por ejemplo, jugar con el florero de cristal de la tía), intenta parecer una buena madre o un buen padre y dile un NO adornado de excusas, explicaciones e intentos de razonamiento. Indudablemente el niño hará un berrinche de proporciones descomunales, con cortes de respiración y sofocos fríamente calculados como para causarte la suficiente ansiedad, inquietud o culpa como para que, finalmente cedas a sus deseos.

4) No quiero traumatizarlo:

Los límites verbales, penitencias, retos o cualquier medida de sanción no le van a funcionar cuando quieras echarlo a perder, todo lo contrario. Insiste en que el niño debe desarrollarse según su ‘naturaleza’, sin que le pongas restricciones de ningún tipo. Si quiere dormirse a las 12 y media de la noche, dibujar en las paredes, comer en el piso, hacer pipí en una maceta, acariciar abofeteando al papá y los abuelos, atropellar a otros niños para obtener un juguete, tienes que dejarlo que actúe a sus anchas, o ¿no son así todos los niños? No permitas que ninguna frustración, por pequeña que sea, nuble su esplendorosa infancia.

5) El niño centro de atención:

En cualquier reunión social, tu niño debe ocupar un lugar preeminente. Las conversaciones, por más elevadas que sean, deben interrumpirse para escuchar primero sus balbuceos, luego sus gritos, canciones, quejas o lo que el niño haga.

6) Pero… ¡Si es superdotado!:

Ya seguramente te habrás dado cuenta de que tu niño es especial; todas sus acciones manifiestan una inteligencia muy por sobre lo normal, a su lado cualquier niño de la misma edad parece una lechuga mustia. Debe haber algo de cierto en eso de ‘de tal palo tal astilla’, el niño seguramente es una copia mejorada tuya. Por eso, aun cuando el resto de la gente lo considere perfectamente común, tu sabrás que es extraordinario y que no vas a dejar de lado cualquier oportunidad de mostrarlo al mundo.

7) ¡Qué van a saber tus maestros!

Si quieres continuar tu tarea de echar a perder al niño, cuando ingrese a la escuela no pierdas la oportunidad de hablar mal de sus maestros, de contradecirlos en sus pautas o de discutir con ellos frente al niño. Si quieres echar a perder a tu niño debes descalificar la acción educativa de cualquier agente externo a su propia persona y, sobre todo, interferir en cualquier puesta de límites.

8) Y todo a medio hacer…: 

Para echarlo a perder debes permitir que deje todo a medio camino. Si se sienta a comer puede levantarse cuantas veces quiera, no le exijas guardar los juguetes luego de jugar, ni los útiles dentro de la mochila, ni promuevas la formación de ningún hábito que coarte la libre expresión de su personalidad. Que se lave los dientes o estire la cadena del toilet si quiere, pues tu no te vas a fijar en esas nimiedades.

9) El niño tiene siempre la razón:

Ya te debes haber dado cuenta de que la gente no advierte lo especial, inteligente y destacado que es tu niño. Si lo quieres echar a perder y la gente que lo rodea no colabora en tu tarea, puedes pensar que todos se la agarran contra él o lo rechazan porque es superior a los demás niños en belleza, inteligencia, talento y demás atributos. Debes apañarlo, cubrirlo o justificarlo en cualquier acción, por deleznable que sea, también excusarlo permanentemente o defenderlo a muerte. Siempre le echan la culpa a él, pero ¡si no ha hecho nada!

Empiezan entronizados, idolatrados, adorados, como pequeños reyes dorados y pronto se convierten en temibles dictadores, y muchos de ellos llegan a ser esos adolescentes sin rumbo. El exceso de atención, la sobreprotección, obstaculiza los procesos de desarrollo y el logro progresivo de autonomía, que es un proceso que camina por muchas pequeñas frustraciones (cosas que no puede hacer, cosas que no puede tener), que además de ser parte normal de la vida, le permiten aprender a soportarlas (tolerarlas), avanzando en su madurez y preparándose para la vida.

Los niños necesitan muy poco para vivir saludablemente: Alimento, cuidados, amor, respeto, abrigo, oportunidades para aprender, límites, compañía, diversión, etc. Muchas de esas cosas no tienen precio.

Fuente: entremujeres.com

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