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Michel Potegal, Ph.D., neurólogo pediatra de la Universidad de Minnesota, en Minneapolis, ha dedicado gran parte de su carrera profesional al estudio de los berrinches, el cómo y el porqué de esas tremendas explosiones emocionales de los niños.
¿Qué es lo que ha descubierto? Que estos exabruptos son una respuesta biológica normal al coraje y a la frustración, como lo es el bostezo a la fatiga. Tan normal, de hecho, que se podría hacer una predicción de un berrinche hasta el último segundo. Los niños de 18 meses a 4 años están cableados para mal portarse y no es culpa de ni de ellos ni de sus padres.
Haciendo un recorrido por el cerebro humano, nos detenemos en una masa de materia gris detrás de las cejas llamada corteza prefrontal (PFC por sus siglas en inglés). Esta es la parte del cerebro que regula las emociones y controla el comportamiento social. Es el área final en desarrollarse; empieza a madurar a los 4 años. Esta inmadurez – por muy difícil que se presente para los padres de preescolares- tiene un rol muy importante en la adquisición del lenguaje, la más valiosa herramienta del ser humano, dice un reporte de la Universidad de Pennsylvania. Los investigadores postulan que una PFC poco desarrollada permite a los niños adquirir con fluidez un segundo idioma, de forma mucho más fácil que un adulto. En pocas palabras, el comportamiento más desagradable de los niños resulta ser un potencial para la comunicación humana.
Esta masa de materia gris es la que los predispone a las rabietas, pero además hay otro factor importante que dificulta el comportamiento de los pequeños: el estrés. “Los niños a esta edad no piensan lógicamente, piensan mágicamente”, explica Gina Mireault, Ph., profesora de Psicología en el Johnson State College, in Vermont. “Eventos que son ordinarios para los adultos son confusos y amedrentadores para ellos”. No entienden que la coladera de la regadera no se los va a tragar. Que el tío no se arrancará la nariz”, añade. Y si no se está preparada para entender que un simple baño puede generar una crisis, es muy probable que los confundidos y ansiosos vamos a ser los adultos, a diario.
Este sentimiento de gran excitación provoca la liberación de cortisol en el organismo, conocido como la hormona del ‘huye o defiéndete’. Debería ser llamada ‘el jugo del berrinche’. El cortisol eleva la presión arterial, acelera la respiración y puede conducir a pensamientos confusos o erráticos. Esta ansiedad es típica en forma moderada, pero ansiedad crónica o estrés no lo es, puede convertir al niño en un manojo de astillas que se enciende a la menor provocación.
Los berrinches se producen porque los niños tienen un deseo enorme de hacer cosas y su desarrollo mental y motor se ha desarrollado más rápido que su habilidad para comunicarse. Como todavía no tienen la habilidad de expresar frustración la exteriorizan en una rabieta. Son parte del desarrollo normal, pero hay formas que los padres pueden aprender de prevenirlos. Hay dos tipos de berrinches: de manipulación y de frustración.
Los berrinches de frustración requieren empatía, aceptarlos como oportunidad de fortificar los lazos de unión con el niño. Identificar los detonadores para evitarlos y ayudarles a vencer los obstáculos para completar la tarea que desean. Animarlos a ponerle palabras a sus sentimientos. Tratar de no sacarlos de su rutina, sobretodo a sus horas de comer o dormir.
Los berrinches de manipulación se pueden evitar planeando adecuadamente las actividades, informar al niño los planes y que se espera de él. ‘Mami tiene que ir de compras y es aburrido y cansado hacerlo, pero al final iremos al parque’ Verbalizar y ponerse en su lugar. Si en un lugar público el niño se pone físicamente fuera de control, llevarlo al automóvil y decirle que lo acompañarás hasta que se calme. No establecer una conversación con él. Si sucede en el hogar sencillamente optar por ignorarlo, el niño no esta frustrado solo quiere atención, ignorarlo o permanecer alrededor ‘lavando trastes o leyendo una revista’, no discutir con él, no conversar con él, si quiere ponerse violento sencillamente irse a otro lugar de la casa diciendo ‘Esto esta alterando mi espacio’ él va a continuar ese comportamiento mientras tenga auditorio o también se puede decir ‘Aquí estoy y podemos hablar cuando estés listo’, no regañar mientras dura la rabieta; entre más control quieras tener, más resistencia pondrá.
‘La trampa de la ira’: Entre más compostura emocional se muestre ante un despliegue de mal comportamiento, será mejor. Si se levanta la voz, se regaña y se actúa tan irracional como él, será como echarle gasolina a la fogata.
‘La trampa de la tristeza’, si se consiente al niño con apapachos durante su berrinche se refuerza el comportamiento. Se puede decir ‘Siento mucho que estés enojado, cuando te tranquilices, te daré un abrazo y hablaremos de lo que pasó’. De esta forma estas ofreciendo empatía y enseñándole como manejar sus sentimientos.
‘La ‘trampa del escape’. El niño hace una rabieta porque no quiere ponerse la chaqueta, en este caso ignorarlo le concede el no hacerlo, sentarlo en el rincón lo refuerza porque cada segundo que pasa se escapa de obedecer y esta ganando. Lo que se debe hacer es decirle que tiene 5 segundos para obedecer y si no lo hace, se le va a ayudar. Cuando pasen los segundos ofrecidos, poner las manos sobre sus manitas y ponérsela. De ninguna manera se trata de ser violento con él o lastimarlo. Si él se pone fuera de si, pateando o mordiendo se termina de poner la chaqueta y se le podrá quitar algún privilegio, sentarlo en el rincón, el dulce, la televisión etc. de esta manera él comprende que sus protestas no funcionan y que tiene que usar la chaqueta y además perdió un premio por un comportamiento inaceptable.
Estos chiquitos son una fuerza de la naturaleza y tienen la capacidad de aturdir al adulto más calmado y preparado. Pero existe algo valioso en estos años turbulentos. Tan rápido como caen en la furia o la tristeza, así salen de ellas. El promedio de un berrinche es de 3 minutos según la investigación de Potegal, por eso es que a los pocos minutos están jugando como si nada y el adulto todavía esta temblando media hora después. Esta materia gris, la PFC, les permite salir adelante sin estacionarse en situaciones pasadas. “Los niños pueden transitar de la tristeza a alegría y de la furia a la calma con una facilidad increíble”, dice Potegal.
Así que, a disfrutar los momentos posteriores a la tormenta y a prepararse para la próxima.
Duración de un berrinche:
0 segundos
Crisis en el pasillo #3 del súper
30 segundos
Patear el piso (significa que durará poco)
90 segundos
Gritando y pataleando: llegó a su máximo
3.5 minutos
Se terminó y busca un abrazo
6 minutos
Actúa como si nada hubiera pasado
10 minutos
Si los berrinches siempre duran tanto, hablarlo con el pediatra.
Fuente: parenting.com
3 Comentarios
El consejo es extraordinario! tengo dos pequeños de 3 y 4 años y siempre, siempre pelean y el más pequeño hace muchos berrinches. Los consejos que nos presentan me suenan muy coherentes y sabios por lo que no dudaré en llevarlos a cabo. Aqui lo interesante es que yo tampoco pierda el control y caiga en histeria!!!
interesante noticia que te hace entender mejor a tu hijo! …
yo me tomo el natural calm a las 2.30 de la tarde…tengo mas paciencia tomando magnesio…
prueba la dieta de hiperactividad y alimentacion que esta en la seccion nutricion infantil en http://www.nutricionavanzada.com.mx