EUA: Consecuencias que realmente funcionan

Con un fuerte enfoque en las buenas relaciones entre hermanos, ‘las consecuencias de restitución’ son un tipo de consecuencia lógica que se administra cuando un niño ha maltratado a alguien. El objetivo es encontrar maneras de ayudar al ‘mal-portado’ a corregir sus errores, restituyendo el daño a la víctima y restableciendo la buena relación. El mensaje al niño es: “Tus relaciones son valiosas. Cuando metes la pata, es importante que hagas todo lo posible para volver a conectar con la persona ofendida”. Por ejemplo, cuando nuestro hijo mayor se ponía áspero o agresivo con su hermanita, lo animábamos a consolarla con amabilidad después de hacerle daño. Esto lo orientaba de inmediato hacia ella y a ella hacia él.

Las consecuencias de restitución son radicalmente distintas a los tradicionales ‘castigos’. Castigar al agresor generalmente le genera resentimiento y por lo tanto, una más y más astuta agresión hacia el niño lastimado. Las consecuencias de restitución fomentan la responsabilidad personal y generalmente terminan con un niño sintiéndose capaz de ser cuidadoso y el otro, siendo objeto de cuidados.

Es importante tener en cuenta que ‘corregir los errores’ no significa obligar a que rápidamente al niño diga ‘que lo siente’. Las disculpas forzadas no enseñan reconciliación ni verdadero remordimiento. El niño podría concluir: ‘Digo lo que necesito decir y salgo del problema’. En cambio, los padres pueden establecer pautas para una reconciliación sincera. No tienes que obligar a los niños a través del proceso, pero puedes poner ‘privilegios divertidos’ en espera, hasta que se haga la restitución.

En más de una ocasión en nuestra familia, también hemos aplicado este principio de restitución a las relaciones padre-hijo. Una o las dos personas involucradas (dependiendo de quién tenga la culpa) reconcilia la ofensa haciendo un acto de bondad específico por el otro, como ayudar en sus labores, hacerle un regalo o una tarjeta, planear un tiempo especial de calidad entre ambos, etc.

En muchas ocasiones nuestro hijo mayor elegiría hacer leche con chocolate para su hermanita como un ‘regalo de amor’ por ella, después de la agresión o la aspereza. (A veces, ella incluso compartiría unos tragos con él.) Al final ambos se sentían resplandecientes. Ella porque amaba ese batido de chocolate con leche y ser tratada como una princesa y él porque había cambiado de ser ‘niño problema’ a ‘caballero de armadura brillante’. A menudo jugaban muy bien después de eso y ambos tienen buenos recuerdos de sus ‘disculpas de chocolate con leche’. Cuando adolescentes se reconciliaron a menudo, invitándose mutuamente a un café.

Los conflictos siempre serán parte de la vida familiar. Pero la restitución y la reconciliación verdadera gradualmente construyen relaciones fuertes, llenas de profunda conexión y de alegría.

Fuente: connectedfamilies.org

 

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